Montevideo (uruguay)

Historia
Entre 1680 y 1683, para desafiar la soberanía de España en la región, los colonizadores portugueses de Brasil establecieron diversos asentamientos sobre las costas del Río de la Plata, frente a la ciudad de Buenos Aires, como Colonia del Sacramento. Sin embargo, los españoles no efectuaron ningún intento para desalojar a los portugueses hasta 1723, cuando éstos comenzaron a fortificar las alturas que rodean la bahía de Montevideo. Una expedición española proveniente de Buenos Aires, organizada por el gobernador español en esa ciudad, Bruno Mauricio de Zabala, obligó a los portugueses a abandonar el lugar, en el que los españoles comenzaron a poblar la nueva ciudad, inicialmente con seis familias provenientes de Buenos Aires y luego con familias arribadas desde las Islas Canarias. El 20 de diciembre de 1726 se confeccionó un padrón de habitantes y, finalmente, el 24 de diciembre se trazó un plano delineatorio y se la designó como San Felipe y Santiago de Montevideo, nombre que posteriormente sería abreviado en Montevideo.
La importancia de Montevideo como principal puerto del Virreinato del Río de la Plata le granjeó en varias oportunidades enfrentamientos con Buenos Aires, capital del Virreinato. El 3 de febrero de 1807, las tropas británicas al mando del general Sir Samuel Auchmuty y del almirante Sir Charles Stirling ocupan la ciudad, que sería liberada el 9 de septiembre del mismo año tras la rendición de John Whitelocke ante las milicias formadas por orientales y argentinos provenientes de Buenos Aires.
En la Revolución de Mayo de 1810 y durante el levantamiento revolucionario de las provincias del Río de la Plata, Montevideo se mantiene fiel a las autoridades españolas.
Tras la consolidación de Uruguay como estado independiente en 1828, la ciudad fue establecida como capital del país.
Sufre un sitio de 8 años entre 1843 y 1851 durante la Guerra Grande.
En 1888 se registra el único terremoto que la ha afectado en su historia.
En el correr del siglo XX recibe grandes cantidades de emigrantes europeos, especialmente españoles e italianos, seguidos de franceses y alemanes, además de las más diversas nacionalidades de aquel continente y zonas periféricas a él (ingleses, polacos, griegos, húngaros, rusos, libaneses, armenios, judíos de diversos orígenes, etc.) que aportaron su importante diversidad cultural, siendo estos años los de mayor crecimiento demográfico de la misma.

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