Asesinato de Trotsky
La muerte de Lev Davídovich Bronstein (Leon Trotsky) nunca quedó del todo aclarada. Figura señera del movimiento socialista ruso, brazo derecho de Lenin, organizador y guía del ejército rojo, se distanciaría de la revolución bolchevique a pesar suyo por presiones del ala estalinista que buscaba quedarse con el dominio del partido y el control de la nación encaminándola a una burocracia socialista, estado al que se oponía férreamente Trotsky, provocando con ello su destución como comisario de guerra, su exilio en Kazajistán y finalmente su expulsión de la URSS. La guerra contra Stalin y sus aliados estaba declarada.
Atrás quedaban sus años como presidente del Soviet de San Petersburgo, más adelante Petrogrado, como Comisaro general de guerra, como líder político y moral de la revolución bolchevique. Trotsky fue una de las figuras moderadas de la revolución y esto le trajo desencuentros con los líderes del partido de tendencias más radicales.
Rusia, tras sus revoluciones y guerras, tuvo que enfrentar los reclamos extranjeros, la pérdida de territorios, la caída económica que traería hambre a su población y más levantamientos contra los nuevos dirigentes. Por todo ello, Trotsky gestionaba el regreso de la democracia al partido y la exportación del socialismo, pues consideraba absurdo que el socialismo pudiera sobrevivir si un solo país abrazaba el socialismo en medio de un mundo capitalista. Cuando Stalin imponía la dictadura del partido al pueblo ruso, Trotsky determinó que era un movimiento contrarrevolucionario y funda, con socialistas de todo el mundo, la Cuarta Internacional, partido socialista mundial.
La ruptura con la dirigencia Stalinista no se hizo esperar. La persecución se extendió hasta su familia: su hijo fue fusilado y su hija apareció misteriosamente muerta “por suicidio”. Trotsky, en el exilio, se dedicó a viajar para delatar los horrores del régimen de Stalin.
En Rusia, se le dictaba, en ausencia, pena de muerte. Se refugia en México por negociaciones con el gobierno de Lázaro Cárdenas hechas a través del pintor Diego Rivera, de quien sería huésped hasta que sus ideas políticas pusieron distancia entre ambos. Trotsky se mudó de residencia, trasladándose a la calle de Viena, en el barrio de Coyoacán.
El 20 de mayo de 1940, apenas un año después de iniciada la Segunda Guerra Mundial y tras el pacto de Stalin con Hitler, Trotsky sufría un primer atentado : el pintor comunista David Alfaro Siqueiros y agentes stalinistas tomaron por asalto la casa de Trotsky, disparando a quemarropa contra él y su esposa que estaban dormidos. Los perpetradores dejaron una bomba y se llevaron como rehén a Sheldon Harte, asistente personal de Trotsky , cuyo cuerpo aparecería más tarde en las inmediaciones de la ciudad.
Trotsky sabía que su vida tenía precio y que este se ponía desde la URSS. El 20 de agosto de 1940, un tal Jacques Monard Vendendreschd se presentó a temprana hora en su casa, haciéndose pasar por camarada de partido y simpatizante suyo, pidió hablar con él unos minutos, pues traía un mensaje muy importante. Trotsky lo recibió en su despacho y mientras leía el supuesto mensaje, Jacques Monard sacó un piolet de alpinismo de entre sus ropas y le asestó un violento golpe en el cráneo, tras lo que se dio a la huída.
Trotsky murió un día después. Su asesino, que utilizaba varios alias, fue identificado como el español Ramón del Río Mercader, miembro de las juventudes del PSUC; recibió una condena por veinte años.
Al funeral de Trostky asistieron unas 300 mil personas, más o menos el 7 % del total de la población de la ciudad. Sus restos reposan en México. Tras su muerte, el estalinismo comenzó una época de persecución y muerte para los enemigos del sistema soviético, quienes, como Trotsky, delataron los horrores del estalinismo.
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