Masacre en los juegos olímpicos de Munich


Masacre de Munich en los juegos Olímpicos

En 1972, durante los Juegos Olímpicos de Munich un comando de "Septiembre Negro", secuestra y asesina a 11 atletas de Israel. Un comando judío va tras los responsables. Por Henzo Lafuente, enero 2002. Esta tragedia motivó el film Munich (2005) dirigido por Steven Spielberg.


En septiembre de 1970 palestinos instalados en Jordania secuestraron seis aviones que aterrizan en Zarqa. Como respuesta, las tropas jordanas atacan los campamentos de los guerrilleros. Se contabilizan más de 3.500 muertos. En noviembre de 1971, comandos palestinos asesinan en El Cairo al primer ministro jordano Wasfi Tal. Es la primera aparición de "Septiembre Negro".
El grupo se vincula a Al Fatah (Movimiento Nacional de Liberación de Palestina) y a través de él, a la Organización de Liberación de Palestina (OLP)
En septiembre de 1972, durante los Juegos Olímpicos de Munich un comando de "Septiembre Negro", secuestra y asesina a 11 atletas de Israel. La tragedia conmueve al mundo. El episodio, sin embargo, no termina allí. Un comando judío salió diez días después desde Tel Aviv con la misión de ejecutar a los responsables. La venganza llevaría más de un decenio y caerían en ella perseguidos y perseguidores.

Dos días antes de empezar los Juegos Olímpicos, el gobierno aleman recibió un informe sobre posibles atentados terroristas en Europa. El primero llegó a Lufthansa, alertando sobre un plan para desviar un avión de la Sabena belga en la ruta Bruselas-Londres y llevarlo a Adén, en Yemen del Sur. Presumía que un comando árabe viajaría en tres grupos a Londres, Amsterdam y Madrid entre el 4 y el 30 de agosto, proveniente de Rumania, Austria y Alemania Federal.
El 30 de agosto un nuevo aviso emanado de la inteligencia alemana reveló la partida desde Beirut de un grupo de fedayines. Era el quinto día de competencia. Los guardias y de la RFA fueron puestos en doble alerta.
En la villa olímpica había 15.000 policías, 25 helicópteros, 12.000 soldados, un centenar de agentes de contraespionaje. Todos formaban un aparato impotente, paralizado por antiguas culpas, inhibido por los fantasmas del pasado, de aquella olimpiada de 1936 organizada por el Tercer Reich, cuya imagen se quería borrar.
Pasadas las cuatro de la mañana del martes 5 de septiembre un patrullero observa a un joven de sombrero blanco y traje de safari cerca de la villa. Poco antes, un empleado de correos ve a cinco hombres en buzo que saltan la reja. "Vaya, cinco atletas que se fueron de juerga", piensa.
A las cinco en punto, ocho sujetos enmascarados ingresan a la villa e invaden el hospedaje de los israelitas. Nueve logran escapar, once son atrapados. El entrenador del equipo de lucha, Moshé Weinberg, de 33 años, quien llegaba de comer de un restaurante, el levantador de pesas Joseph Roamno son asesinados al resistir. Alguien llama a la policía. "Hay un tiroteo", se avisa.

Las horas finales

Brandt hace el último intento. Trata de convencer a Egipto para que reciba a los palestinos. Cerca de las nueve habla con un consejero de Andwar Sadat: "No queremos vernos involucrados", le responde. Brandt se toma la cabeza. "Es una catástrofe", musita.
Pasadas las nueve el jefe de los terroristas abandona el edificio para examinar la ruta de salida. "Si no vuelvo en 3 minutos, mátenlos", ordena a sus hombres. Regresa y ambos grupos abordan un bus rumbo a dos helicópteros. Las armas de los fedayines sobre las cabezas de los deportistas.
Despegan tres helicópteros. En dos de ellos viajan los protagonistas del trama. En el otro, como espectadores impotentes, Van Genscher, Merky Schreiber.

Diez minutos después las naves aterrizan en el aeropuerto. Sólo está alumbrada la torre y los edificios vecinos. De los 25 tiradores, cinco han logrado llegar al campo y se ubican tras el avión de Lufthansa.
A las 23:03 dos terroristas bajan, caminan hacia el avión y vuelven. Enseguida otros dos descienden empujando a dos rehenes que llevan sus manos atadas a la espalda. La pista es súbitamente alumbrada con bengalas y focos. Suenan disparos. Los palestinos matan a dos atletas antes de caer impactados por balas de los tiradores. Se hace el silencio.

Pasada la medianoche se les pide que se rindan. Un miembro de Septiembre Negro lanza una granada sobre un helicóptero. Cuatro israelitas y el piloto vuelan por los aires en medio de una bola de fuego. El infierno se desata.
Poco después, en medio del humo, surge en toda su magnitud la tragedia. Sólo tres de los secuestradores sobreviven.

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