La emigración canaria a Venezuela:
[...] Desde el descubrimiento de América, enrolarse y buscar en el nuevo continente solución a las penurias que normalmente se sufrían en las islas -sequía, hambre, falta de trabajo...-, eran factores contundentes para lanzarse a la aventura. Si primero fue Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico, más tarde fue México, Argentina, Uruguay y Venezuela. Tanto los monarcas como los representantes de España en América se interesaron por llevar canarios para establecer poblaciones adeptas a la Corona en las nuevas tierras. De allí salieron las expediciones apoyadas por España a San Antonio de Texas y algunos grupos de unas decenas de familias que formaban poblaciones en los despoblados territorios.
[Reparto de tierras:]
En Venezuela, a instancias del Marqués de Mijares, una treintena de familias canarias fundaron el actual Estado Miranda, San Antonio de los Altos, a pocos kilómetros de Caracas (unos 10) y tras deliberaciones con pobladores indígenas que reclamaban aquellas tierras, la justicia determinó que eran de los emigrantes traídos para su explotación. Curiosamente se constituyó una comuna, donde todos trabajaban para un fin colectivo, menos el cura, que se ocupaba de su misión religiosa. El reparto equitativo duró hasta que un día el dictador Juan Vicente Gómez quiso comprar tierras y fue imposible encontrar dueños. Posteriormente, a principios del siglo pasado, alguien necesitaba un préstamo y no encontró documento de propiedad de lo que venía explotando como terreno colectivo de los descendientes de aquella población que desde tiempo venían mimando como propiedad indivisa. Las ofertas de los dictadores, desde Páez hasta Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez, etc., que reconocían por escrito que los canarios eran una población trabajadora, hacendosa y honrada, propia para cubrir la demografía del extenso territorio venezolano (1.000.000 de kilómetros cuadrados aproximadamente) fueron desoídas por la gente del Archipiélago, que prefería ir por libre y a la aventura. Por eso pasó Santiago de Cuba y de La Habana, de Santo Domingo y fue más allá, a La Guaira, el puerto de Caracas promisora, de la Venezuela feraz y de los cultivos de café y cacao, el puerto de contrabando de moda, hasta que llegó el establecimiento de la Compañía Guipuzcoana. Fue Venezuela el lugar de preferencia de tanto canario que salía a buscar fortuna. A tal extremo llegó el movimiento que cuando alguien faltaba un par de días por nuestros pueblos, se solía decir: "Otro para La Guaira". En el litoral central se quedaron muchos de los primeros emigrantes, ya que había terrenos para la explotación agrícola en los alrededores, muchos subieron a Caracas por el camino de los españoles, que cubría hasta mil metros de altura los cerros de El Avila, para entrar por La Pastora a la que vendría en llamarse por su buen clima y sosiego "la sucursal del cielo", nombre que compartía con el de "La sultana de Avila" y a la que más recientemente Arturo Uslar Pietri llamara "La ciudad de los techos rojos".
[Ocupaciones:]
Los canarios atendían la tierra y establecieron granjas de ganado y, posteriormente, acudieron a la industria -panaderías, queserías, molinerías...- También se dedicaban a las verduras, hortalizas y frutales, que si bien en un principio repartían los mismos cosecheros, luego se dio paso al isleño con su mulo y su carrito llevando por los barrios los más variados frutos de su cosecha. Una era de apogeo fue el segundo cuarto del siglo pasado, donde el reparto de variedad de productos y actividades hicieron famosa a la colectividad canaria, bien apodada "los isleños", que tomaron fama de gente honesta y laboriosa. No era, ni es lo mismo, para el venezolano, un peninsular que un isleño, y sus virtudes y sencillez le dieron la garantía de una buena acogida por los establecimientos de años que confiaron en darles tierras en arrendamientos, a medias o vendidas. Los primeros emigrantes se quedaban en puntos cercanos a La Guaira, lo que constituye el litoral central; luego fueron cubriendo zonas internas, como San Antonio de los Altos, los Teques, Cagua, y llegaron hasta los estados de Carabobo, Guárico, Lara, Yaracuy... donde todavía existen los mayores núcleos de población de ascendencia canaria.
Siglo XX:
Oficialmente se dice que la época de mayor emigración fue la década de los años cincuenta, y en especial para el canario que tuvo motivaciones especiales, terminada la Guerra Civil (1936-39). Comenzó la Segunda Guerra Europea, y terminada ésta, el bloqueo impuesto a Franco por las naciones vencedoras. Consecuencia de la marginación, se vivieron años trágicos y de incertidumbre en el Archipiélago y la válvula de escape, como tantas veces en épocas anteriores fue ir más allá, a la promisora Venezuela. El descubrimiento del petróleo, los nuevos precios obtenidos a través de países Exportadores de Petróleo (OPEP) y el optimismo que se respiraba en el país con un futuro prometedor, llevó una ingente cantidad de canarios a la tierra de Bolívar, que apenas tenía un siglo de independencia y fue meta de ilusiones y lugar donde se rehabilitó el isleño en trabajo e incluso hasta en fortuna, que si bien no era cuantiosa, fue la base de un progreso muy perceptible en Canarias con las ayudas del flujo de divisas a los familiares. Este hecho se notó en un resurgir de la industria de la construcción y en la reparación y mejoras de las viejas instalaciones agrícolas y viviendas. La década de los 40 había sido de difícil y acuciante salida de Canarias, problemas para obtener pasaportes y visados, imposibilidad de contratos... se superaron con la emigración clandestina. Casi sin documentos, hacinados en velero de corta eslora, forjaron las odiseas más increíbles de la emigración canaria. Las estadísticas señalan que en el año 1954 llegaron a Venezuela 74.000 emigrantes oficialmente, pero esa cifra era rebasada por los canarios que no iban contratados, sino como transeúntes, turistas o como simples visitantes y se quedaban en el país junto a padres y familiares, nacionalizándose para tener derecho al establecimiento comercial e industrial. Se cifró en aquellos años en más de 150.000 los canarios dispersos en todo el país hermano. La mejoría de Canarias y de España en la década de los 70, estimuló el retorno de muchos residentes de años en Venezuela, que se mostraba como un país sin los avances de décadas anteriores. Un descalabro económico sufrido a principios de los años 80 motivado por la devaluación de la moneda, colmó la incertidumbre del país más próspero de América. [...]
Juan S. Henríquez González
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Integración y participación canaria:
La presencia de los canarios en la llamada "Tierra de Gracia" se remonta a los primeros años de la llegada de los europeos. En primer lugar hay que resaltar la figura del herreño Francisco de León, precursor de la independencia en 1749, a raíz de una sublevación que se oponía al monopolio que, en comercio exterior, ostentaba la Compañía Guipuzcoana, cuyo bello y noble edificio, que recuerda la arquitectura insular, aún puede admirarse en el Puerto de la Guaira. Venezuela en el siglo XVIII tuvo una enorme prosperidad, lo que le permitió un desarrollo destacado, incluso en el terreno de las bellas artes, y tener una gran autonomía del Virreinato de Santa Fe, con una población en el año 18*8, según datos de Humboldt que comenta el historiador Guillermo Morón, de 900.000 habitantes, de los que 12.000 eran "blancos peninsulares y canarios". El monopolio comercial de la Real Compañía Guipuzcoana encuentra, desde su creación en 1728, un decidido rechazo, que se manifiesta "en sublevaciones como la de Andresote (1730-1732), en los valles de Yaracuy, y principalmente de Juan Francisco de León, en Panaquire, cerca de Caracas, que se alza con los campesinos y el apoyo de los hacendados, toma Caracas y casi da un golpe de Estado en 1749, lo que le convierte, por las razones que le mueven y a quienes le ayudan en un claro precursor de la independencia. De León murió en Cádiz en 1572 sin llegar a ver la independencia. El canario, en mayor o menor número ha sido un elemento importante en la conformación histórica de Venezuela. (J.J.Laforet)
"a nadie hoy se le esconde que esta gran Nación, Venezuela, desde sus primeros días, expresó el deseo de contar con Canarias en el proceso de su desarrollo económico. Así, cuando las heridas de la guerra de independencia eran aún muy recientes, esta república en forja puso su mirada hacia las islas Canarias, donde buscó y halló la comprensión y la colaboración de una población que, no sólo conocía y se adaptaba bien a su geografía, sino que necesitaba de ella para expandirse como pueblo, ya que las hermosas "Peñas Atlánticas también atravesaban uno de sus cíclicos malos momentos". (Vicente Alvarez Pedreira. Canarios en Venezuela)
"los naturales de las Islas Canarias podían trasladarse a este país con facilidad y grandes ventajas, porque su religión, idioma y laboriosidad, son medios ciertos y honestos y experimentados ya en nuestros fértiles campos". (Decreto de 12 de junio de 1831. Primera regulación oficial de a inmigración que hace Venezuela).
"el Gobierno de la República insistió en que fuesen del Archipiélago Canario los nuevos hombres cuyo sudor contribuiría a reanimar la vida nacional". (Dr.Rodríguez Campos. La libranza del sudor).
"generalmente el hombre que emigra lo hace siempre con la perspectiva de lograr en esa nueva sociedad lo que en su país de origen no puede alcanzar... Todo hombre alimenta secretamente el sueño o la utopía de una tierra prometida , de un lugar donde sin obstáculos, pueda llegar a ser lo que es o lo que cree ser, desarrollar su identidad cultural sin presiones". (Selim Abou)
"ese flujo de gente Isleña a las tierras venezolanas , que se había venido sucediendo sin orden ni concierto en los tiempos azarosos de la Conquista, toma un mayor incremento en las décadas finales del siglo XVII y primeras del siguiente. En 1681, por ejemplo, partía desde Tenerife una expedición de 54 familias con destino a Cumaná, y hacia esta misma ciudad salía otro grupo de 31 familias al año siguiente. Con destino a las costas de Caracas salía otra expedición pobladora en 1683, y hacia Maracaibo, Trinidad y La Guaira se apuntan en esos tiempos diversas emigraciones Canarias... aquella semilla sembrada en Panaquire se diluyó en el tiempo, se machacó en los soles de esa tierra brava, se mezcló con la sangre de otros hombres. Ya no hay Isleños, ni negros, ni indios, sólo los genes floreciendo en los recovecos de la sangre. Queda el nombre y el recuerdo de una historia fundadora, y de una gesta que ayudó a afincar la idea informe de una Patria". (L.G.Castillo Lara. La aventura fundacional de los isleños. Panaquire y Juan Francisco de León)
Según Rodríguez Campos entre 1830 y 1859 entró en Venezuela un contingente superior a las diez mil personas procedentes de Canarias. Tras la guerra civil española la emigración canaria toma un impulso tan grande que no pudo frenar ni la prohibición ni las graves dificultades legales para emigrar, junto con los medios de transporte vejatorios e inseguros, que costaron la vida a los integrantes de más de una expedición clandestina.
"sin pasaportes ni visas, ni medios económicos para realizar el viaje transoceánico, millares de canarios se arrojaron al mar en pequeñas y anacrónicas embarcaciones rumbo al Suroeste, con la esperanza de arribar a una tierra de promisión y libertad: Venezuela". (Díaz Sicilia.Al Suroeste la libertad)
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La dominación canaria (1812):
Entre los siglos XVII y XVIII fue grande la contribución de los isleños en la expansión y consolidación de la economía y sociedad venezolanas. Llegaron con la perspectiva de convertirse en cultivadores de autoconsumo, mercaderes o hacendados de grandes extensiones cacaoteras, cafetaleras o ganaderas. Los oficios y la mercadería (pulperos, bodegueros, arrieros, mercaderes, zapateros, carpinteros, herreros, albañiles, pintores) eran ejercidos por canarios ya que eran considerados ocupaciones innobles para peninsulares y mantuanos. Los privilegios estaban reservados a los blancos peninsulares (oficiales de la corona), los mantuanos criollos y a un reducido número de canarios hacendados. Tras los sucesos de 1810 se crea la Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII que defiende el poder real. El 19 de abril un golpe de mano depone al Capitán General don Vicente Emparán. El Cabildo caraqueño queda en manos de la oligarquía criolla y su política responde a los intereses de su clase: peninsulares, mantuanos y canarios ricos. Estos intereses eran: libertad de comercio, proscripción de la trata de blancos (no así la esclavitud) y el de restringir el derecho al voto sólo a los grandes propietarios. En un principio los canarios toman partido por el nuevo orden, ya que eran completamente hostiles al poder político y al control monopolista del comercio por parte de los representantes de la Corona. Sin embargo, la posición social de relegados y los intereses económicos de la gran masa de humildes canarios se enfrentaba tanto a la oligarquía criolla como a los comerciantes peninsulares (vascos en su mayoría). Por ello, los canarios de nivel social inferior se unen a las fuerzas contrarrevolucionarias. Los canarios ricos y poderosos continuaron fieles a la Primera República.
[Levantamientos tras la independencia:]
El 5 de julio de 1811 se firma el Acta de la Independencia de Venezuela. Entre el mes de julio de 1811 y comienzos de 1812 se producen varias sublevaciones de canarios contra el Gobierno de la Primera República; la mayoría de estos isleños desafectos son pasados por las armas y otros sufren severas prisiones. Entonces surge la ofensiva realista dirigida por un capitán de navío canario llamado Domingo Monteverde y Rivas. El grueso de sus fuerzas contrarrevolucionarias está integrado por canarios, pardos esclavos libres. Partió desde Coro y reconquistó fácilmente el territorio en manos de los republicanos al firmar el Generalísimo Francisco de Miranda la Capitulación. Conquistado el poder, la primera medida de Monteverde es nombrar como asesores a una serie de paisanos, en su mayoría resentidos y con ansias de revancha hacia los poderosos mantuanos y ricos peninsulares. Algunos, como el eminente médico Antonio Gómez, hijo del ilustrado granadino José Antonio Gómez y de una grancanaria, apoyó en un principio a la Primera República; luego, resentido y con una incontenible sed de venganza, fue el mayor instigador de la represión que ejerció el gobierno de Monteverde en un año terrible (1812), conocido en la historia de Venezuela como "la dominación canaria". Cometieron toda clase de desafueros con los patriotas, sus familias y propiedades. Para la época, Caracas se convertiría en el centro económico y político de la provincia. [...] La Candelaria fue el barrio periférico en el que preferentemente se fueron asentando los isleños desde el último tercio del siglo XVII. Allí edificaron la ermita que le da nombre, más tarde convertida en parroquia y en símbolo de todo lo canario.
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