Secuestro de José Ortega Lara

Secuestro de José Ortega Lara

El 17 de enero de 1996 José Antonio Ortega Lara fue secuestrado en el garaje de su casa en Burgos cuando volvía de su trabajo en el Centro Penitenciario de Logroño. Días más tarde ETA se hizo responsable del secuestro, el segundo que mantenía en esos momentos (José María Aldaya estaba secuestrado desde el 8 de mayo de 1995 ), exigiendo el traslado de los presos de la organización a cárceles vascas. El 1 de julio de 1997 la Guardia Civil lo localizó en un zulo de Mondragón después de pasar 532 días encerrado en el mismo. Tenía decidido quitarse la vida el 5 de julio, aunque pudo ser liberado cinco días antes.

Las condiciones de su secuestro fueron penosas: el zulo en el que se hallaba, muy húmedo (pues se encontraba a pocos metros del río Deva), sin ventanas y situado bajo el suelo de una nave industrial, tenía unas dimensiones de 3 metros de largo por 2,5 de ancho. Ortega Lara sólo podía dar tres pasos en él. Disponía de la luz de una pequeña bombilla y sólo fue alimentado con frutas y verduras. No podía salir del habitáculo y sus necesidades las hacía en un orinal, en el que recibía también el agua para asearse. En el momento de su rescate, Ortega Lara había perdido 23 kilos, masa muscular y densidad ósea. Sufría de trastornos del sueño, estrés postraumático, ansiedad y depresión.
La reacción de la banda terrorista fue secuestrar una semana más tarde, el 10 de julio, al concejal de Ermua (Vizcaya), Miguel Ángel Blanco, lanzando un ultimátum al Gobierno para que trasladase a 502 presos etarras en cárceles vascas, matándole de un tiro en la nuca si el gobierno no accedía a sus exigencias en 48 horas, amenaza que más tarde cumplieron.

El 10 de junio de 2005 comenzó el juicio a los dirigentes etarras Julián Achurra Egurola (Pototo) y José Luis Aguirre Lete (Isuntza) por ser los organizadores del secuestro. Según la sentencia, "Pototo" ordenó a los ya condenados José Luis Erostegui, Javier Ugarte, Jesús María Uribecheverría y José Miguel Gaztelu Ochandorena que seleccionaran y recabaran información sobre una víctima para secuestrarla. También se les ordenó el acondicionamiento y mantenimiento de un cuchitril donde debían retenerla, por lo que construyeron un habitáculo de 3,5 metros cuadrados en la cooperativa Jalgi, en Mondragón.

En 1998, los periodistas Belén de Delgado Soto y Antonio José Mencía Gullón publicaron Diario de un secuestro: Ortega Lara, 532 días en un zulo, narrando el secuestro del funcionario de prisiones.

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